¿Cómo surgió la idea?
Desde
hace unos meses tenía la inquietud de ir al Centro Penitenciario de Oriente (CPO)
pues me habían contado que allí, los reclusos están activos con el Plan de
Siembra. Pensé que era mentira. Hice contacto con una persona que me sirvió de puente para lograr el objetivo: mostrar
al mundo que los internados incluso están produciendo. No fue fácil ir hasta
allá, pues lo que uno escucha en la calle es que las cárceles son muerte y desolación,
que las personas que están allí encerradas no tienen vida y que no “sirven para
nada”. No lo pensé así. Soy de las personas que cree en el ser humano y en las
segundas y terceras oportunidades porque no soy quien para juzgar a los demás,
y debido a eso asumí el reto de visitar el CPO, y sabía que entre tanta
oscuridad iba a encontrar un ápice de luz. ¿Y qué creen? ¡LO ENCONTRÉ! Se llama
“El Jardín de Cristo”.
La visita
Llegó la oportunidad de visitar la Unidad Socio Productiva “El
Jardín de Cristo” ubicada en el Centro Penitenciario de Oriente (CPO), conocido
como La Pica, donde pude observar de primera mano cómo los privados de libertad
vienen desarrollando, de manera sostenible y sustentable, la siembra de
diferentes rubros para el consumo interno del penal. Me quedé atónito, y soy
muy sincero al escribir estas líneas, porque jamás imaginé que estuvieran tan
avanzados con lo poco que tienen.
El
encargado de esa Unidad Socio Productiva, Cristian Mota, quien es uno los
tantos reclusos del CPO, me explicó que ellos, desde el año 2015, se pusieron
“manos a la obra” porque les pareció “muy bonita” esa labor de cultivar la
tierra, aparte de que podían disminuir el tiempo de ocio e implementarlo en
algo productivo. Cabe destacar que Cristian es Técnico Superior Universitario
en Gestión Ambiental, graduado de la Universidad Bolivariana de Venezuela, pero
que por circunstancias de la vida se equivocó,
como todos alguna vez lo hemos hecho, solo que él está pagando esa equivocación en una cárcel. “Yo sé que
me equivoqué, pero eso no me hace menos que nadie, Zaid, aquí he aprendido cosas que
en la calle jamás me hubieran pasado por la cabeza. Mira lo que hemos hecho,
fíjate lo que estamos cultivando. ¿Tú crees que en la calle hubiera hecho esto?
¡Jamás!”.
“Lo
que tú ves aquí, hace algunos años, era un foco de contaminación, monte y
culebra, sin embargo le doy gracias a Dios que nos ha dado la fuerza para
levantar esto que observas. Ojo, no estoy solo, aquí participan
alrededor de 15 personas (todos privados de libertad), en horario rotativo,
además la población penal también se suma, eso sí, por iniciativa propia, aquí
no se obliga a trabajar a nadie, porque cuando obligas a alguien a hacer una
cosa, no lo hacen con amor, sino de mala gana”. De esta manera el privado de
libertad Cristian Mota, empieza a
ofrecerme detalles del Plan de Siembra que ellos vienen desarrollando en
el Centro Penitenciario de Oriente.
Cosecha
“En
abril de este año se recogieron alrededor de 30 mil mazorcas que sirvieron para
la alimentación de mis compañeros privados de libertad, además de nuestros
familiares”. Le dije que me diera un aproximando, en kilogramos, la
cantidad de rubros que han cosechado. “Fíjate mi pana, no te puedo decir con
exactitud lo que hemos agarrado aquí, pero a vuelo de pájaro te puedo indicar
lo siguiente: hemos cosechado más de 900 kilos de yuca; 80 kilos de berenjena;
300 kilos de ají; 200 kilos de frijol y 6 kilos de arroz”. Ellos también tienen
cultivadas plantas que sirven para aderezar las comidas: espinaca, culantro y
ajo cubano, así como también plantas frutales: limón, guayaba, mango, y por
último, pero no menos importante pude ver algunas plantas medicinales entre las
que se encuentran citronera, libertadora y atamel.
Cabe
destacar que la Unidad Socio Productiva “El Jardín de Cristo” no solo viene
desarrollando un Plan de Siembra, ellos también crían animales. Tiene patos,
gallinas, morrocoyes, cochinos (tienen 16 cochinas), y alrededor de 17 cabezas
de ganado.
“Tira
la vista hacia allá, mano, ¿Ves ese ganado? Nosotros lo criamos con esfuerzo
propio, nadie nos tiende la mano para comprarles el alimento, todo sale del
esfuerzo propio, además del pasto que consumen”. Efectivamente, pude darme
cuenta de que ellos son los que están dando el todo por el todo para que nada
les falte.
Entre las maravillas, valga la expresión, que pude mirar ese día,
fueron dos lagunas para la cría de peces. Pregunté si alguien los había
apoyado para llevar a cabo esa obra, porque es una obra, y se echó a reír.
“Todo lo que ves lo hicimos nosotros sin ayuda de nadie. Esas lagunas las
abrimos a fuerza de pico y pala, además de una retroexcavadoras que se alquiló;
nos hace falta son los alevines, los pescados. Hace cinco (5) meses vino
Instituto Socialista de la Pesca y Acuicultura, (Insopesca), levantó un informe
para prestarnos la ayuda necesaria y se quedó solo en eso, en palabras. Nunca
nos dieron respuesta ni apoyo para conseguir las crías de los peces.”
Reclamo con arrechera
Aquí
me detengo para hacer una crítica muy fuerte a Insopesca. Nosotros los
revolucionarios de verdad, cuando empeñamos la palabra es para cumplirla, no
para vacilar al pueblo, coño, no se comprometan a hacer algo y después salgan
con las patas quebradas, eso se ve feo vale, además de que le hace daño a la
revolución y al organismo donde trabajan.
Seguir trabajando
“Tenemos
las ganas para seguir adelante; me imagino todo esto sembrado, cultivado, lleno
de plantas frutales y de rubros que sirvan incluso para que la comunidad que
está afuera (del penal) se beneficie. Que sea un legado pues, que continúe en
el tiempo, incluso cuando ninguno de los que estamos hoy aquí, ya no andemos
por aquí. Pero no es fácil ya que para que la Unidad Socio Productiva se
mantenga, necesitamos implementos desde palas, azadón, escardillas, rastrillos,
así como también semillas y abonos para las plantas. Te puedes dar cuenta de
las matas de plátanos, ¡Están amarillas por falta de urea! ¿Quién nos tiende la
mano?”, me pregunta Cristian.
El
astro rey ya daba señales de querer ocultarse cuando observé que algunos
reclusos llegaron con unos palos enormes y piedras. Le pregunté qué iban a
hacer con eso. Uno de ellos me respondió: “vamos a armar una cerca para que el
ganado que aquí tenemos se mantenga en un mismo sitio y no se pasen para el
otro lado”. Me pareció interesante que trabajaran a cualquier hora y con ahínco
para lograr la meta de esa tarde: sembrar los palos que servirían como base
para el cercado.
Los cantantes
Me
dirigí, cámara en mano, a donde estaban otros reclusos cocinando. Ellos, al
verme, empezaron a “improvisar” con un mensaje de reflexión para la juventud.
Me quedé impresionado pues el talento que tienen es muy bueno, pero se está desperdiciando
en una cárcel. “Antes de caer aquí, cantaba en la calle, y no me tenían vida,
era yo”, me dijo uno de ellos. Efectivamente, poseen el don de la
improvisación.
Agradecimientos
Cristian,
en nombre de todos los reclusos también quiso agradecer a quienes los han
apoyado. “Queremos agradecer a Gabriel, líder positivo del penal que nos ha
ayudado y que ha creído en nosotros; con
el corazón en la mano también queremos
agradecer a la señora Ana Rodríguez Mayorga, quien es una mujer guerrera que ha
hecho más que muchos de los políticos que nos visitan aquí. Te puedo decir que también hemos contado con el apoyo de la
Dirección de Comunicación del estado (Monagas), del INEA, Foncredemo, Aguas de
Monagas, y por supuesto de la gobernadora Yelitza Santaella, pero necesitamos
más apoyo. Queremos pintar la cancha del penal y no tenemos los materiales para
hacerlo, nos urge el apoyo de cualquier organismo regional o nacional para
llevar a cabo eso. Si un recluso hace deportes mata el ocio, lo que se traduce
en ocupación y menos vicios”.
Finalizando la visita… Una reflexión
Después
de hablar de la parte productiva, le pedí a Cristian Mota, que le diera un
mensaje de reflexión a todas esas personas que están libres y que dedican su
tiempo en hacer lo malo.
“Lo que les puedo decir es que no pierdan ni un segundo de su vida haciendo lo
malo. Lo malo nunca trae consigo lo bueno. Pónganse a producir, quieran a su
familia, respeten a su semejante, no se metan en problemas ya que estar aquí,
encerrado, no es bueno. Uno pierde todo. La vida es una sola, vívanla pero de
buena manera. No consuman drogas, no roben; estudien, sean personas de bien;
cuídense de las amistades pues te dan sorpresas que te echan a perder la vida”.
Le
pregunté qué era lo más que extrañaba. Mencionó dos palabras que resonaron en
mi mente y que todavía hoy hacen mella en mi alma: “mi familia; la libertad”.
¿Alguna
vez han sentido que la vida le pasa por los ojos en un segundo? Eso sentí yo.
No imagino lo que sufre un ser humano estando encerrado, pero debe ser lo peor
del mundo, pues estar alejado de la familia y de los seres queridos no es
fácil. Yo tengo un hijo que es mi vida y no imagino una vida alejada de él,
imaginen ustedes lo que siente una persona detrás de unas rejas perdiéndose la
infancia e sus hijos. Eso, sin lugar a dudas me hizo valorar, todavía más, mi
libertad, mi familia, ¡Mis padres vale!
Nosotros
los seres humanos estamos propensos a cometer errores, algunos más grandes que
otros y que se pagan con la cárcel, es por eso que hago un llamado, con el alma
en las manos a que no caigamos en provocaciones que nos conlleven a estar en
una prisión. Se pierde todo, desde la familia hasta la vida. Sé que hay mucha
necesidad y es por eso que siempre hago el llamado a volver la mirada al campo,
a aprovechar cualquier espacio para cultivar diferentes rubros para que en un
momento en que no tengan nada, pueda comer de lo que han sembrado y no salgan a
robar. No desperdiciemos la vida, vivámosla, pero adecuadamente.
Despedida
Así
fue la visita que hice a la Unidad Socio Productiva “El Jardín de Cristo”
ubicado en el Centro Penitenciario de Oriente. El hombre sí se puede regenerar,
sí puede cambiar para bien.
Gracias a Ronal Recardo, camarógrafo, así como también a José Ignacio Piñango y
a la señora (le decimos así por cariño) Ana Rodríguez, ambos periodistas y
pertenecientes a la Dirección de
Comunicación del estado Monagas, quienes me acompañaron en esta visita.
¡Dios
los bendiga!
Volvamos al campo, donde se cultiva la vida.